Organizar nuestro tiempo suele ser una de las tareas más desafiantes cuando tenemos mucho trabajo por delante. En nuestra vida de hoy parece que siempre estamos apurados y atrasados con las muchas obligaciones que tenemos. Un plan estratégico de cómo proceder es un gran aliado y hablando del recurso tan valioso del tiempo, presentamos una técnica interesante. Se la conoce como la técnica Pomodoro y tiene sus orígenes en los años 80. Busca maximizar la productividad minimizando los tiempos muertos.
La premisa básica es dividir nuestro tiempo en intervalos varios, a los que llamamos pomodoros. Estos pueden ser del tamaño que queramos, por ej. 25 minutos. Durante cada periodo iremos encarando una única tarea, sin hacer otra cosa. Cada tarea tiene su pomodoro y durante éste nos dedicaremos exclusivamente a ella. Al expirar el tiempo viene nuestro descanso, digamos unos 5 minutos. Allí hay que dejar de trabajar y hacer algo que nos despeje la mente, ya que luego tendremos otro pomodoro durante el cual trabajar ininterrumpidamente. Finalizado el cuarto período de trabajo consecutivo nos tomaremos un descanso más extenso, quizá 20 minutos.
Este procedimiento se basa en estudios que dicen que nuestros niveles de concentración son óptimos en lapsos cercanos a los 25 minutos antes de comenzar a decaer. Luego de la pausa nuestra mente está lista para volver a rendir a altos niveles. Por ello es imprescindible contar con un reloj temporizador que nos marque el tiempo y mucha disciplina para seguir su ritmo sin corrernos de los límites prestablecidos.
Antes de comenzar con la técnica es recomendable elaborar una lista de tareas, priorizando todas ellas. Es mejor comenzar por las de alta prioridad, dejando las menos importantes para el final. Si algunas tareas son muy extensas pueden dividirse en bloques más pequeños, de manera que siempre utilicemos un pomodoro para cada actividad.
