El mundo de los negocios no es fácil y está plagado de obstáculos. Son comunes las etapas en las cuales nuestros emprendimientos insumen un gran esfuerzo de nuestra parte y al mismo tiempo no hay logros sustantivos aparentes. En esos momentos en especial es cuando nos ponemos a prueba a nosotros mismos, nos damos cuenta de qué estamos hechos y cuánto anhelamos alcanzar nuestros objetivos.
Una característica que es deseable desarrollar como sostén en estas situaciones es nuestra fuerza de voluntad. Es de donde sacamos fuerzas cuando más se necesitan y lo que nos hace constantes en el camino. Se requiere cierto entrenamiento para potenciarla, así que veremos algunas sugerencias. Hay tres elementos claves cuando nos referimos a la fuerza de voluntad: el deseo, la espera y el creer.
El Deseo
Todos nuestros proyectos parten de un deseo. Queremos algo y ese deseo nos impulsa. Hay un primer elemento en el deseo y es saber qué es lo que queremos. Pero luego no alcanza con simplemente desearlo o anhelarlo, hay que apasionarse con ello, que esas ganas nos invadan de pies a cabeza y pongan todo nuestro ser hacia la meta. Hay que “sentir” ese deseo.
La Espera
Cuando hablamos de la espera no nos referimos a dejar pasar el tiempo y esperar pasivamente a que las cosas sucedan. Por lo contrario es una espera expectante, al acecho, que nos prepara y mantiene alerta para cuando nuestra oportunidad llegue. Eso implica estar preparados para tomar acciones en el momento correcto.
El Creer
Finalmente hay que creer y confiar que la meta es alcanzable y llegaremos a ella. Si estamos seguros y convencidos de esto, no decaeremos en nuestros esfuerzos y seremos constantes en nuestro trabajo a pesar de podernos desalentar eventualmente.
Recordemos que la fuerza de voluntad no es una cualidad que nos viene por naturaleza, sino que debemos desarrollarla y entrenarla. Trabajemos por ella y posteriormente ella trabajará con nosotros.