En la actualidad nos hemos acostumbrado a estar recibiendo notificaciones en gran cantidad. De hecho hemos desarrollado el gusto por aplicaciones que con frecuencia nos están avisando cosas: “hay actualizaciones disponibles”, “queda poca batería”, “terminó el partido”, “lloverá mañana”, “tiene nuevos correos”, por mencionar algunas. Sin darnos cuenta nos vamos habituando a estar en un permanente bombardeo de mensajes, alertas, sonidos, ventanitas que se abren y varias animaciones más. Sin darnos cuenta cada vez que esto sucede nos salimos por un instante de nuestra tarea, perdiendo la concentración y así disminuyendo la productividad.
Si bien las notificaciones pueden resultar simpáticas, divertidas, rompen la monotonía, nos comunican con otros, nos dicen cosas, etc. Pero cada vez que recibimos una de ellas nuestra atención en la tarea se ve interrumpida. Puede haber períodos en que la recepción de notificaciones es tan grande, que nos pasemos un largo tiempo atendiendo todas ellas, dejando de lado por completo lo que estábamos haciendo. Los procesos creativos son especialmente perjudicados por estas situaciones, ya que requieren de gran concentración, enfoque y evitar distracciones.
Las notificaciones son la bandera de la multi tarea. Son la ilusión de que estamos al tanto de todo y conectados con todo, cuando en realidad no logramos conectarnos por completo con nada. Si tenemos en claro la importancia de terminar con lo que estamos haciendo antes de pasar a otra cosa, deberíamos saber que las notificaciones atentan justamente contra ello. Para complejizar aún más nuestro panorama resulta que las notificaciones no están en un único sitio, pues además del ordenador están en el teléfono móvil y en las tabletas electrónicas. Debemos tener mucha disciplina y pleno control sobre ellas o resistir la tentación de prestarle atención a cada una que aparece, si queremos que nuestra productividad no se vea alterada por las notificaciones.