Los más veteranos recordarán con nostalgia las grandes salas de videojuegos de los años 80. Repletas de máquinas y gente, eran el plan perfecto para las frías o lluviosas tardes de invierno. Un lugar donde encontrar amigos, competir y también, seamos honestos, gastarnos el dinero que después nos haría falta. Los jóvenes de hoy en día probablemente no hayan tenido muchas de estas experiencias y la próxima generación de jóvenes podría no llegar a tener ninguna. Las grades salas de videojuegos están en peligro de extinción. ¿Por qué ir a otro lugar si los videojuegos están en casa?
Todos recordamos juegos como el PacMan, Galaxian, Space Invaders y el Tetris. Hoy parecen piezas de museo, pero hace 30 años los jóvenes se agolpaban sólo para ver a otros jugar en ellos. A partir de los años 80 comenzaron a aparecer las primeras consolas de videojuegos, que llegaron a los hogares con Atari y Nintendo. Luego se les sumaron los ordenadores Sinclair y Commodore. La oferta de aplicaciones fue en aumento. Lentamente la gente iba dejando de lado las salas.
Hoy en día las consolas están plenamente instaladas en los hogares. Y no sólo con los más pequeños, entre los adultos de los Estados Unidos un 42% tiene una. Los desarrolladores y fabricantes de estas máquinas buscan una solución a la difícil situación, pero la calidad de las consolas es tan avanzada que no hace la tarea fácil. ¿Cómo competir con la PlayStation, el Xbox o el Wii? Sega, una de las abanderadas en esta industria, busca constantemente dar a los jugadores lo que no pueden encontrar en sus casas. En este sentido Sega siempre buscó la experiencia en 3 dimensiones, sin el uso de gafas.
Uno de los últimos éxitos en esta industria fueron las máquinas de baile. Con su sonido de alta fidelidad, las luces de colores y una ambientación del tipo disco, atrajo nuevamente a los jóvenes. Además, es una buena opción para mantenerse en forma e intentar impresionar a sus pares.
